Este es el espacio virtual que comparte el grupo "En la Calle", formado por algunos otros grupos y personas que no son grupo, para encargarse de un punto esencial que no está en la agenda de ningún funcionario: las personas en situación de calle.
Algunos/as compartimos un plato o un abrigo, unas palabras, algún medicamento, información, con personas que se encuentran en esa instancia. Sabemos, que ninguna persona nace para vivir en la calle, y que entre todos/as algo podemos hacer, por eso nos juntamos y hacemos. Por ejemplo, la difusión y divulgación de un proyecto de ley presentado en la legislatura, que se ocupa de este sector desprotegido, pensada y puesta en palabras por compañeros/as que han atravesado por esa situación, y por otras que han ayudado.
También, creemos que hacer visible este conflicto social es muy necesario, y que en tal sentido no tenemos miedo ni reparos en "hacer política". Por lo que nos embarcamos en esta campaña para que no haya mas muertes en la calle, por frío, hambre, enfermedad, discriminación, a la que pueden sumarse quienes quieran participar.
Funcionamos en forma asamblearia y horizontal, y no estamos buscando votantes, buscamos soñadores que crean que la realidad puede ser transformada, para encontrarnos y realizar.
Lo imposible solo tarda un poco más

sábado, 15 de mayo de 2010

Un solo día en la calle es mucho tiempo


Fotografia Walter Sangroni

Nota correspondiente a la publicación del día Sábado de 8 de Mayo de 2010 TELAM

Tras quebrar económicamente en noviembre de 2001, Horacio Avila pasó cinco años en situación de calle. Fue en ese tiempo cuando comenzó a formarse Proyecto 7, una ONG conformada por personas que estaban atravesando por su misma realidad y que comprendieron que “a través del colectivo y el esfuerzo común” era más sencillo encontrar soluciones para la temática.

“En 2001 yo tenía un local propio de tapizado, y alquilaba tanto mi casa como el comercio. La mayoría del material que utilizaba cotizaba en dólares, entonces después de la devaluación se fueron muy arriba los precios. Si bien tenía mucho trabajo no tenía margen de ganancia. Comencé a atrasarme con los alquileres hasta que llegó un momento en el que tuve que parar la pelota y ver qué hacía”, cuenta.

Hijo de un obrero metalúrgico, Horacio comenzó a trabajar cuando tenía 11 años para ayudar a su familia, integrada por siete hermanos. Terminó el secundario nocturno y aprendió tapicería, oficio que le dio de comer hasta la crisis.

“En ese tiempo la mamá de mi hija estaba con problemas psiquiátricos graves. Decidí cerrar el negocio, vender algunas pocas cosas que tenía y acordamos con mi ex mujer que con ese dinero ella y la nena se irían a Córdoba a la casa de unos familiares”, recuerda.

Y así fue. Después de despedirlas, desocupó la vivienda que alquilaban, llevó algunas pertenencias a la casa del papá de un amigo y se fue rumbo a la Ciudad de Buenos Aires (hasta entonces estaban en Laferrere) con $12 y la ropa puesta.

“Pensé que en Capital porque hay luz toda la noche y mucha gente, y entonces podés pasar desapercibido. En realidad, nadie te tiene en cuenta, pero uno lo que quiere es ser invisible”, asegura.

Así llegó a fines de noviembre a la zona de Congreso donde encontró un bar muy económico que le permitió estirar los $12 para las cuatro comidas del día.

“La primera noche me quedé en ese bar hasta que terminó un partido de fútbol que estaba viendo. Ni me acuerdo quién jugaba porque obviamente fue sólo una excusa para quedarme bajo techo y después me dio vergüenza porque no tenía más dinero para consumir. Salí del bar y fui hacia donde había un par de personas ranchando. Era la primera vez que miraba a la gente que estaba durmiendo en la calle. Antes la había visto, pero no había tomado conciencia”, describe.

Y continúa: “Pensé entonces que podía dormir ahí. Es una idea, pero poder dormir la primera noche es imposible. Se me acercó Rulo y me pidió un cigarrillo, en realidad fue lo que más me pasó esa noche. Rulo me preguntó: ‘¿qué onda?’ y le conté que no tenía dónde quedarme y me dijo que me podía quedar ahí, que si no los corría la policía estaba todo bien”.

La segunda persona que le habló fue Ricky quien le ofreció una manta que le sobraba. Rulo le dio luego un termo y un mate, y le contó que en La Continental podía cargar agua.

“Ellos se pusieron a dormir y yo me quedé ahí, con el termo, el mate y la manta. Me prendí uno de los últimos cigarrillos que me quedaban y creo que ahí tomé conciencia de lo que me estaba pasando. Fue un momento de muchísima angustia y tristeza. Me crucé a la pizzería a pedir agua y cuando fui a hablar me di cuenta de que estaba llorando”, cuenta.

Salir entre todos

Horacio estuvo un tiempo en la ranchada de Congreso y luego en la de la plaza 1º de Mayo, ubicada en Pasco e Hipólito Irigoyen. Los orígenes de Proyecto 7 se remontan a esos primeros días en calle.

“Al poco tiempo los de Zanón (la cerámica recuperada por los trabajadores ubicada en Neuquén) pusieron una carpa en la plaza –explica - Fue un momento en el que pude volver a hablar con mucha gente y entre ellos conocí a una agrupación llamada Unión por Trabajo 1º de Mayo, que eran personas en situación de calle y artesanos con quienes realizamos muchas luchas”.

El objetivo principal de Proyecto 7 es dejar de existir “porque eso significaría que no hay más gente en situación de calle”. “Nosotros no hacemos acciones asistencialistas, no estamos de acuerdo con los paradores, hogares ni con los circuitos asistencialistas que existen, reconocemos que son paliativos, pero en algún punto actúan estancando las situaciones. Vos ante una situación podés intentar avanzar o sentarte a llorar. Nosotros intentamos que se avance”, explica.

“Nunca me adapté a la situación”, dispara cuando se le pregunta cómo hizo para salir de la calle, dejando en claro que la resistencia es fundamental para revertir la realidad.

“Hubo un momento muy difícil cuando ranchaba en la 1º de Mayo en el que pensé que no iba a poder salir. Pero, sin embargo siempre tuve claro que no era para mí y sentí que no me lo merecía. Nunca acepte ponerme el cartelito de indigente”, sentencia.

Haciendo foco en lo colectivo, asegura que “también hay una cuestión de contagio” y enseguida explica: “Hubo una ranchada en la que éramos unos 20 de los cuales la mayoría hoy no se encuentra en la calle. Uno quiere salir, entonces los otros van viendo que hay una posibilidad. Son procesos que llevan mucho tiempo, pero se consiguen. Yo hace un año me encontré con Javier, que era un pibe muy jovencito que vivía paqueado,y me contó que estaba trabajando de fletero, que su señora estaba esperando una nena y me dijo si quería ser el padrino. También Mario, que tuvo una historia muy pesada, hoy vive en Santiago del Estero, se casó y está laburando”.

Horacio salió de la calle hace dos años, hoy vive en San Martín con su compañera y venden comidas para las fábricas.

Su militancia y la de todos los que conforman Proyecto 7 (proyecto7bsas.blogspot.com) han llevado a la ONG a convertirse en una agrupación referente de la temática al punto tal fueron invitados a exponer cuando una delegación de Naciones Unidas vino el año pasado a realizar un informe sobre hábitat en la Ciudad de Buenos Aires.

Más allá de sus actividades, el colectivo impulsa hoy un proyecto de ley denominado “Protección y Restitución de los Derechos de las Personas en Situación de Calle y en Riesgo a la Situación de Calle” que se encuentra ingresado en la Legislatura porteña.

“Nosotros creemos que todos tienen que gozar de sus plenos derechos. El tema de la situación en calle es que existe, no la creamos nosotros, y tiene que tener una atención especial porque hay una diferencia en relación al desgaste físico y psicológico sufren. La ley plantea la restitución de derechos, el tratamiento temático de los casos, porque no son las mismas las necesidades que tiene un niño, a las que tiene un abuelo o una mujer con dos chicos, aunque todos se encuentren en calle. Hay que hacer un laburo interdisciplinario. No hay que crear un ministerio nuevo, sino tomar los recursos que ya están y re-direccionarlos hacia un programa de inclusión social”, concluye.

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